«No pienses que es un museo»

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El IVAM no es un museo.

He tratado este tema tangencialmente en escritos anteriores. Concretamente, en Instituir el cambio y Apuntes económicos de una fiesta. Pero me resulta necesario abundar. Efectivamente, utilizo para este post la obrita divulgativa de George Lakoff titulada originalmente como:

Don’t Think of an Elephant: Know Your Values, Frame the Debate 

Y la utilizo porque me sirve como primer apuntalamiento teórico que pueda trasladar y reenmarcar, con cierta sencillez,  un debate más amplio: un debate de modelo institucional.

Así, en las últimas semanas, he comprobado que hay un amplio y vago consenso en considerar el IVAM como museo, a plantear ese concurso público en ciernes desde esta premisa, a comprobar que diferentes líneas editoriales describen bastante conocimiento general pero reproducen  sin ambages este concepto o que incluso éste sea totalmente asumido por personal especializado del propio centro. Curioso.

Cualquiera puede revisar su Ley de Creación y comprobará que su definición es la de otro tipo de institución cultural: un Instituto. Ciertamente, se objetará que el artículo 18.2.b habla de «colecciones museísticas» y de «funciones museográficas» pero no forma parte constitutiva de su total definición sino más bien como una de sus funciones.

El IVAM es un Instituto.

El proyecto original del IVAM estaba compuesto por la sede actual, dedicada a las colecciones, y otra sede, el IVAM-Centre del Carme con funciones expositivas más innovadoras. El conjunto funcionaba con dos motores. Una sede estaba dedicada al estudio y la contextualización de las colecciones ligadas a las vanguardias artísticas. Recuperando a Julio González y transitando a lo largo de diversos movimientos de vanguardia ésta constituía la espina dorsal de una institución. La otra, el Centre del Carme, investigaba propuestas artísticas del presente que, enlazando con las colecciones de vanguardia, permitieran dar coherencia a ambas pero también entrever apuestas y retos futuros. El proyecto del IVAM era una realidad dinámica. Ese y no otro fue el principio fundador de su prestigio.

Ciertamente, la función fundamental del IVAM se entiende en un momento histórico claro, de estructuración de la Generalitat Valenciana y de su política cultural, como puede observarse en el preámbulo de la misma ley.

Sin embargo, la degradación mediante desnaturalización de aquella institución orientó sus pasos hacia la eliminación de los aspectos más vitales y dinámicos de ésta. Reduciéndola a su mínima expresión, a la forma solidificada y estática, como institución cultural y a la forma más reduccionista e inerte que puede desarrollar cualquier museo. Me explico.

La primera operación fue de cirugía a partir del año 2000 se extirpó radicalmente el Centre del Carme de ese proyecto inicial. En 2002, Vicente Todolí,

(…) insiste en la importancia de conjugar tiempos pretéritos con la expresión contemporánea para estimular a ésta, por lo que concluye que la futura ampliación del IVAM no sustituirá la función de las dos salas de El Carme, quebrándose el modelo original. 

La segunda operación fue paralela, «rellenando» física y conceptualmente el Convento del Carmen con el arte del siglo XIX. En cualquier caso, el viraje hacia un pasado más remoto reforzaba el aparcamiento y la marcha atrás definitiva de la anterior política artística y cultural valenciana. Mientras tanto, se inauguraba un nuevo ciclo en la política cultural valenciana que aliada con el interés turístico había encontrado como nueva razón de ser una nueva ciudad: CACSA.

Recopilo. En tan solo diez años se había instalado, por la vía de los hechos, una nueva estructuración del espacio simbólico en la ciudad con dos grandes objetivos. En primer lugar, eliminar el acercamiento público a los retos del presente, siempre conflictivo.  En segundo lugar, apalancar una gran substitución con la creación de una ciudad de arquitectura poderosa que no dejara lugar a la duda.

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La sede del IVAM restante siempre contó con un proyecto de ampliación. Proyecto que visto veinte años más tarde, con otra sensibilidad y otras circunstancias, debiera ser variado. Su influencia en la fisonomía del barrio del Carmen era enorme y no puedo pasar por alto la observación de que quizás el mayor reto de un proyecto coherente sea precisamente la forma de abordar este  solar. Ahora bien, cierta parte de ese proyecto de ampliación fue retomada por los dos últimos directores del IVAM. Impulsados por una política de acumulación de colecciones, el primero»al capricho» y la segunda «al peso» hicieron caer a la institución-dinámica definitivamente en su forma museo-almacén.

Este divertimento, medio ejercicio de memoria y experiencia personal medio documentadome sirve para recolocar el debate sobre el nuevo director del IVAM en su lugar. Aceptar el inicio de cualquier discusión futura sobre una falsa premisa me parece aberrante. Especialmente en estos días, cronistas, opinadores y especialistas deberían cuanto menos contrastar las fuentes empezando por las que aquí se citan. De igual modo, estas fuentes deberían guiar la elección de ese director o directora pues no es lo mismo hacerse cargo de la relectura de una institución cultural dinámica con amplísimas funciones por desarrollar que de un museo-zombi. No es lo mismo y por eso se pide «UN NUEVO IVAM»

Vuelvo a repetir. El IVAM no es un museo. 

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 …PUEDE SER ALGO NUEVO

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